Sencillo, versátil, Jairo analiza la relación con el público argentino tras cinco décadas de música. "He encontrado en Argentina una relación que roza la amistad y el cariño fraterno", dijo sobre sus seguidores.
Un gran repaso por toda su enorme obra realizará esta noche, domingo 19, Jairo, el cantante que empezará a celebrar sus cinco décadas con la música en Mar del Plata, desde el escenario del Hermitage Hotel. Lo hará junto a su banda, en la que se encuentra su hijo Jaco.
Las celebraciones seguirán en Buenos Aires, el 15 de febrero tocará en el Teatro Colón y ya trabaja en un disco con invitados que tiene la producción de Lito Vitale.
Versátil, dueño de una sencillez admirable, Jairo transitó la balada, la canción de autor, el folklore, el tango, el jazz, la canción romántica y otros estilos, siempre con la seriedad y el trabajo como ejes. Fruto de esa pasión son sus muchos discos, entre los que se encuentran Cielos, Estampitas, Balacera, Diario del regreso, Puro Jairo, Ferroviario, Criollo y tantos más, algunos realizados en el exterior.
Entrevistado por LA CAPITAL, Jairo reconoció que aún tiene muchos proyectos en carpeta. “Siempre habrá cosas para hacer y siempre habrá cosas para soñar y para llevarlas a cabo, es muy difícil a veces llegar a concretar las cosas, aunque yo trato de que cuando tengo una idea ir hasta el fondo y concretarla”, dijo.
Además, entendió que el haber vivido en Francia y hablar otros idiomas le abrió puertas y horizontes laborales. “Hice espectáculos de music hall en París, el hecho de viajar, de conocer a grandes artistas y de formar parte de un grupo de artistas argentinos que vivíamos en Europa en ese momento” ayudó a su proyección internacional.
“Francia tiene una atracción muy grande para cualquier artista, del género que fuera, escritores, pintores y para mi fue muy importante ser parte de ese grupo de artistas de los que aprendí muchísimo, entre los que estaba Astor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, Julio Cortázar, María Elena Walsh, el Tata Cedrón, éramos un grupo bastante amplio”, recordó de sus días en el extranjero.
“Fue una vida rica en experiencias y sobre todo creo que me he nutrido de la cercanía con esa gente tan valiosa y que tenían un origen común”, observó.
-¿Cómo es la relación que tiene con el público argentino, cómo la define?
-El hecho de ser reconocido por el público propio fue muy importante, cuando me paran por la calle y me saludan y me piden fotos con los celulares, que es tan común y tan halagüeño por supuesto, es algo que me gusta mucho porque haber llegado a eso, con las cosas que viví, que las personas de distintas generaciones estén enteradas de lo que hago y que me cuenten cosas de mí mismo y me recuerdan cosas de mí mismo, eso me encanta. Creo que es el reconocimiento más importante que uno pueda recoger en una carrera tan prolongada.
-Lo quieren las abuelas, los padres, los hijos…
-Las personas jóvenes me dicen ‘Uh, mi abuelo me hablaba de usted’. De repente voy por la calle y el colectivero me toca bocina… o los taxistas te gritan cosas, es un placer muy grande. Argentina para eso es un país único, he encontrado aquí una relación que va más allá de lo puramente artístico. Es decir, que roza la amistad y el cariño fraterno, fraternal, uno va a un lugar y la gente te aplaude o te espera para hablar con vos, ese tipo de cosas a mi me conmueven mucho, porque no sucede en todas partes. En otros países el reconocimiento llega, pero tiene un límite. La gente ronda en torno a los artistas pero no es tan visceral, el argentino manifiesta mucho sus sentimientos en ese sentido.
-Cuando comenzó, ¿soñaba con este reconocimiento?
-Cuando empecé a cantar no me imaginaba de ninguna manera que iba a cantar tantos años, que lo iba a hacer respetando mis condiciones vocales. Me parecía una meta muy difusa, muy lejana y no pensé que podía concretarlo. Y ahora que he llegado, en el año cincuenta de la carrera me parece que es como cualquiera que hace un trabajo que ama y que le gusta y que ama profundamente. Me parece que ha pasado muy rápido todo.